Que los Aries son dinámicos y audaces; que los Leo son suntuosos y de buen corazón o que los de signo Libra pueden ser los más equilibrados. Así es como nos identifican las personas más cercanas a nosotros y nos califican de una forma u otra de acuerdo con nuestro comportamiento.
Cualidades como estas son determinadas por nuestro signo solar y nuestro signo ascendente, siendo el signo solar el que nos muestra al desnudo, en la esencia pura de lo que somos y con ese brillo interior que queremos proyectarle al mundo. Mientras, el signo ascendente orientará nuestras conductas, la manera cómo nos ven los demás y las decisiones que tomamos a lo largo de la existencia.
Y aquí es donde la astrología cumple un papel fundamental para ayudarnos a hallar las respuestas a las incógnitas que el Universo nos plantea, y aclarar aspectos de nuestro propósito de vida teniendo muy claro el conocimiento de nosotros mismos.
La carta natal, el punto de partida
Para entender todo esto está la carta natal, esa primera guía que permite descubrir el potencial que tenemos en la vida; nuestro Karma -que genera heridas o aprendizajes en la existencia- o el Darma -que nos indica las cosas buenas que tenemos y que quizá vinimos a enseñar a otros; así como aquellos asuntos y situaciones que debemos enfrentar.
En la carta natal, que es la fotografía del cielo en el momento exacto de nuestro nacimiento, se visualiza, además de otros planetas, la presencia del Sol en un signo zodiacal y un punto al que llamamos el Ascendente donde también se ubica otro signo.
El signo solar es, entonces, el que se define por el recorrido del Sol -que es de 365 días- por los diferentes signos del zodiaco (cada mes visitará un signo distinto) y es la razón por la que somos de un signo solar determinado, dependiendo del día y mes en el que nacimos. Esta energía que se adopta, y que varía de signo a signo, es la que nos permite saber cuál es la esencia verdadera de nuestro ser, lo más interno, lo que está en el inconsciente.
Mientras esto pasa, la Tierra diariamente gira sobre su propio eje, dejando que cada dos horas aparezca un signo zodiacal en el horizonte, determinando así nuestro signo Ascendente, de acuerdo con la hora exacta de nuestro nacimiento y el lugar geográfico donde se da el suceso.
Esta aparición de un signo zodiacal en el ascenso al horizonte es la que define las características especiales de cada ser humano, diferenciando a unos de otros, así tengan el mismo signo solar.
Con estos valiosos datos, la astrología nos permite saber quiénes somos, cuáles son nuestros más profundos deseos y cómo estamos proyectando eso al mundo. También mirar hacia el pasado para no repetir patrones, ver el futuro y estar preparados haciendo uso de las fortalezas para enfrentar lo que se viene, y así saber qué camino recorrer.
La carta natal es, si así lo pudiéramos denominar, el núcleo de lo que nos define. Allí se encuentra todo el saber universal que nos proporciona una perspectiva sobre lo que es nuestra realidad en particular y nos propone, de alguna manera, una forma de vivir en paz con nuestra esencia y nos reconcilia con aquellas cosas que no podemos cambiar.